domingo, 12 de febrero de 2012

Principios del aprender.



La búsqueda de la verdad es un asunto tan falso, como si buscándola o preguntando a otros por el camino que conduce a ella, o leyendo acerca de la verdad en los libros, o intentando tal o cual sistema, uno pudiera encontrarla. Encontrarla como si fuera algo que está allí fijo, inmóvil, y lo que se necesita sólo es reconocerla, asirla y decir que uno la ha encontrado. 

La verdad no está muy lejos: no hay sendero que lleve a ella. No es algo que uno pueda capturar, retener, atesorar y transferir a otro. La búsqueda implica un buscador y en eso hay división, la eterna fragmentación que el hombre ha producido dentro de sí mismo y en todas sus actividades. No es que el buscar deba llegar a su fin; más bien tiene que comenzar al aprender. Aprender es mucho más importante que encontrar.

Para encontrar, uno tiene que haber perdido. Perder y reconocer es la norma de la búsqueda. Uno no puede experimentar la verdad. Ella no ofrece la satisfacción del logro, no le da a uno absolutamente nada. La verdad no puede ser comprendida si el "yo" aún está activo.

No hay quien pueda enseñarnos acerca de la verdad, así que no es necesario seguir a nadie. Todo lo que uno puede hacer es comprender, mediante una cuidadosa observación, el intrincado movimiento del pensamiento: ver cómo el pensamiento se divide a sí mismo, como crea sus propios opuestos, y, en consecuencia, engendra contradicción y conflicto. El pensamiento es muy inquieto y, en su inquietud, se atará a cualquier cosa que él crea que es esencial, permanente, completamente satisfactoria; y la verdad se convierte, así, en su última atadura de satisfacción. Uno jamás puede invitar a la verdad por ningún medio. Ella no es un fin, pero la verdad está allí cuando la observación visual es muy clara y existe la percepción del comprender. El comprender sólo puede tener lugar cuando hay libertad completa con respecto a la totalidad del propio condicionamiento.


Es ese condicionamiento lo que perjudica. Por lo tanto, no es preciso preocuparse acerca de la verdad, sino más bien, dejar que la mente se dé cuenta de su propia prisión. La libertad no está dentro de la prisión.


La belleza del vacío es libertad.


Extractado de "Principios del aprender" de J. Krishnamurti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario