"Toda
causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo
a
la
ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida;
hay
muchos
planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley".
EL
KYBALION.
Este
principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa, y toda
causa
su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo ocurre conforme a
la
Ley.
La
suerte es una palabra vana, y si bien existen muchos planos de causas y
efectos,
dominando los superiores a los inferiores, aun así ninguno escapa
totalmente
a la Ley. Los hermetistas conocen los medios y los métodos por los
cuales
se pude ascender más allá del plano ordinario de causas y efectos, hasta
cierto
grado, y alcanzando mentalmente el plano superior se convierten en causas
en
vez de efectos. Las muchedumbres se dejan llevar, arrastradas por el medio
ambiente
que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos
son
superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples
causas
externas las empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero
los
Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus
caracteres,
sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea,
convirtiéndose
de esta manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos.
Ayudan
a las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en
vez
de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por ajenas voluntades.
Utilizan
el principio, en vez de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a
la
causación de los planos superiores en que se encuentran, pero prestan su
colaboración
para regular y regir en su propio plano. En lo dicho está
condensado
un valiosísimo conocimiento hermético: que el que sea capaz de leer
entre
líneas lo descubra, es nuestro deseo.
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